Se cierra el Sínodo por los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional con un balance positivo y una cita en Barcelona el 3 de noviembre al Seminario Conciliar
Tomado de la página web de la Arquidiócesis de Barcelona el 29 octubre, 2018 – ESGLÉSIA DE BARCELONA
El Sínodo de los Obispos cierra sus puertas.
Después de un mes de octubre intenso, el sínodo ha aprobado el que se ha hablado de «uno de los documentos más claros y explícitos de la historia sinodal”. Un documento donde los obispos de todo el mundo han plasmado todas las conclusiones sobre el tema de este año: “los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”.
Entre los puntos más importantes están: el otorgamiento de más responsabilidad a las mujeres en dentro de las instituciones y la inclusión de los homosexuales, además de la exigencia de una reacción inmediata y un cambio de perspectiva ante los casos de abusos sexuales para condenar a los instigadores y evitar que esto se repita en el futuro. «La Iglesia es santa pero sus hijos somos pecadores” explicaba el papa Francisco.
El demonio se mueve provocando persecuciones a muchos países y acusaciones continuas para ensuciar en la Iglesia.
El sínodo de los jóvenes
267 padres sinodales son los que han participado en el sínodo de este año. Cuatro de los cuales son españoles: el arzobispo Valladolid y presidente de la Conferencia Episcopal Española, Mons. Ricardo Blázquez; el arzobispo de Madrid, Card. Carlos Osoro; el arzobispo Barcelona Card. Juan José Omella y el obispo de Calahorra y la Calzada-Logroño, Mons. Carlos Escribano.
Para concretar, un sínodo con un clima de optimismo, alegría y libertad gracias a los 37 jóvenes de todos los continentes. Estos acercaron realismo y centraron la atención en aquellos temas realmente importantes. Una perspectiva diferente que abría el punto de mira de los obispos explicitando la brecha generacional patente en la Iglesia.
Los abusos sexuales
“Muchos jóvenes dejan la Iglesia porque no han encontrado santidad sino mediocridad, persecución, división y corrupción” argumentaba el manifiesto del Sínodo. Un documento que reconoce un mundo indignado con los abusos de algunas personas de la Iglesia. Por eso: “la Iglesia tiene que adoptar un decidido, inmediato y radical cambio de perspectiva”.
Se desglosan cuatro tipos de abusos: los de poder, los económicos, los de conciencia y los sexuales. “Hace falta erradicar las formas de ejercicio de la autoridad y hacer frente a la falta de responsabilidad y transparencia” manifiestan los obispos. “Las raíces del desastre” – mencionan – “son el clericalismo y ver el ministerio recibido como un poder en lugar de como un servicio gratuito y generoso”.
El apartado finaliza con la gratitud hacia todas las personas que han tenido el coraje de “denunciar el mal sufrido”. Un hecho que ayuda a la Iglesia a «tomar conciencia de lo que ha sucedido para reaccionar con decisión” concluye el punto sobre el abuso.
Más mujeres con responsabilidad
“Emerge entre los jóvenes un mayor reconocimiento y valoración de la mujer, tanto en la sociedad como en la Iglesia”. Se lamenta, dentro de este documento, “la dificultad dar espacio en los procesos de decisión y responsabilidad a las mujeres”. También se propone presencia femenina en los órganos eclesiales y a todos los niveles de la sociedad, también en los procesos de decisiones eclesiales.
Inclusión de los homosexuales
El documento final del Sínodo de los obispos recomienda favorecer la acogida de los homosexuales en la Iglesia y no discriminarlos por su orientación sexual. “Hay que ayudar a todos los jóvenes sin excluir a ninguno; integrar más la dimensión sexual de la misma personalidad caminando hacia el don en si mismo”.
Conclusiones del Papa
El Papa ha expuesto sus conclusiones en una carta que ha enviado en muchos idiomas. Una carta donde ha querido intensificar tres pasos fundamentales para llegar al camino de la fe. En primer lugar hay que escuchar. “Hay que escuchar antes de hablar” argumentaba el santo padre.
Me gustaría decirle a los jóvenes en nombre de nosotros, los adultos: disculpadnos si a menudo no os hemos escuchado; si, en lugar de abrir vuestro corazón, os hemos llenado los oídos
En segundo lugar, hacerse prójimo. “Hay que hacer, no sólo hablar” explica el pontífice. “Así lo hace Dios, implicándose en primera persona”.
Preguntémonos si somos cristianos capaces de ser prójimos, de salir de nuestros círculos para abrazar a los cuales “no son de nuestros”